LECTURA RÁPIDA Y COMPRENSIVA PARA NIÑOS
(chicos/as de 07 a 09 años)
Relevancia educativa del tema
Con frecuencia, tanto el alumno como sus padres y profesores desearían que el tiempo y el esfuerzo que dedica a aprender dieran más fruto. Esta falta de rentabilidad suele deberse al uso de formas de estudio poco eficaces. Pero tal problema puede afrontarse mediante el uso de unas estrategias de aprendizaje que permitan a todos los estudiantes aprovechar al máximo su capacidad intelectual. Esta es justamente la finalidad de este taller: contribuir a que el alumno aprenda a aprender y aplique las estrategias de velocidad lectora y las estrategias de comprensión lectora para que pueda obtener un mejor rendimiento en los estudios, empleando un tiempo y esfuerzo razonables.
Para aprender algo es necesario retenerlo o fijarlo, pero esto no es suficiente. Hace falta también entender –lo que exige, a su vez, pensar, razonar, reflexionar-. Memorizar sin comprender es solamente “paporretear”. El sentido del estudio es encontrar respuestas para lo que nos preguntamos y no sabemos. Hay que estudiar para saber y no simplemente para aprobar o “pasar” los exámenes. Por ello, lo fundamental del estudio es la comprensión y el alumno debe esforzarse por comprender todo lo que estudia. No basta entender algunas cosas; hay que intentarlo con todo lo que se estudia y siempre, es decir, de manera sistémica y desde los primeros grados de nivel Primaria.
Además, una de las técnicas de estudio más importantes a lo largo de toda la vida es la lectura. Efectivamente, la lectura, o lo que es igual, tener buenos hábitos lectores, es la práctica más importante en el proceso de aprendizaje y figura entre los pilares más importantes sobre los que se basa el estudio. En buena parte, el rendimiento escolar depende de la capacidad lectora, porque es la aptitud más necesaria para aprender. La verdad es que muchos alumnos leen, evidentemente, durante años y años, pero son pocos los que lo hacen tan bien como podrían. Leen demasiado lento, apenas pueden concentrarse, y no recuerdan lo que leen. Son alumnos que pueden leer pero que no saben leer.
Esto se debe a que, a través del tiempo, se ha considerado que el objetivo único de la lectura consistía en saber interpretar unos códigos o signos escritos. Hasta hace poco, efectivamente, se pensaba que cuando el hábito de la lectura mecánica se había creado en los alumnos, la misión del profesor había terminado: el alumno sabía leer. Este ha sido tradicionalmente uno de los principales objetivos de la educación primaria, y se lograba a través de unos métodos inadecuados que originaban, en la mayoría de los casos, defectos lectores graves: lectura en voz alta, movimiento de los labios en la lectura silenciosa, movimiento del dedo índice señalando los renglones y las palabras, interrupciones, retrocesos, tartamudeos, repetición mental o voz interior, repetición laríngea, etc.
Hoy en día, en el mundo, la lectura eficaz es la armonización y el equilibrio entre velocidad y comprensión lectora. A veces se oye decir “hay que leer despacio y bien”, como si leer despacio fuera sinónimo de leer bien. La realidad es muy distinta, porque si se adquiere el hábito de leer con rapidez, también aumentará el nivel de comprensión. Y esto sucede, entre otras razones, porque, a mayor velocidad lectora, la concentración se hace más intensa y, como consecuencia, aumenta también la comprensión. La lectura verdaderamente eficaz es consecuencia del equilibrio entre la velocidad lectora de un texto y el buen nivel de comprensión de su contenido.
Por velocidad lectora se entiende el número de palabras que se pueden leer en un determinado período de tiempo y se mide en palabras por minuto (p.p.m.). La velocidad lectora se puede mejorar gradualmente. Para lograrlo será preciso: 1. Esforzarse por leer con la mayor rapidez posible; 2. Ajustar la velocidad a la dificultad del texto; 3. Leer de forma activa y sin pronunciar, buscando las ideas principales y las ideas secundarias; 4. Reducir el número de fijaciones; 5. Suprimir las regresiones o volver sobre lo leído; 6. Entrenar los músculos de los ojos a través de la gimnasia ocular; 7. Desarrollar la visión periférica para alcanzar una mayor amplitud visual.
La comprensión lectora es entender las ideas expresadas por el autor, localizar y comprender el mayor número de ideas principales en el menor tiempo posible. Consiste, por tanto, en poder dar cuenta de las diferentes clases de ideas contenidas en el texto. También la comprensión lectora puede mejorar mucho si se ejercita. Para conseguirlo será preciso: 1. Leer las ideas, no las palabras; 2. Cuidar el vocabulario; 3. Saber identificar las ideas principales y las ideas secundarias; 4. Aplicar las técnicas de análisis a través del subrayado de textos; 5. Resumir y sintetizar las ideas para ordenarlas por orden de importancia; 6. Fijarse en los gráficos, los organizadores gráficos-visuales y las ilustraciones; 7. Apoyarse en ciertas palabras enlace (conectores) y signos de puntuación
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